Calidad de Vida

Los continuos avances en la tecnología, metodologías de gestión de calidad, métodos de producción y conectividad de procesos son, sin duda, impresionantes. Sin embargo, los avances tecnológicos no necesariamente han ayudado a mejorar la calidad de vida en la industria. Entendemos como “industria” el conjunto de empresas dedicadas a procesos productivos y derivados.

Es frecuente ver casos en los que las políticas de las empresas se anteponen a la calidad de vida de los trabajadores. En casos más extremos incluso entran en conflicto con los potenciales beneficios que puede obtener la empresa.

Como trabajador, ¿cuántas veces has tenido que quedarte varias horas después de tu hora de salida porque “urge” el proyecto/trámite/envío?. ¿Cuántos fines de semana te han pedido “apoyar” en planta porque acaba de llegar un equipo nuevo? O simplemente porque alguien está de vacaciones.

Esto sin duda afecta la calidad de vida de las personas dado que incrementa el estrés; siembra una frustración constante por no tener control de su propio tiempo. Y por supuesto genera conflictos en cuánto a los derechos y obligaciones como trabajador. En muchos casos no se llega a esa instancia por el miedo a ser despedido.

 

Entonces, ¿el trabajo vale más que la calidad de vida?

Como integrador es frecuente pasar largas jornadas en planta no solamente en los arranques si no en todo el desarrollo del proyecto. Debido, frecuentemente, a una mala planeación en la implementación, malas cotizaciones, alcances y objetivos no definidos  y los temidos tiempos de entrega que nunca se cumplen.

¿Cuántas veces te han solicitado cotizar un proyecto con poca o nula información? Con RFQ (Request for Quotation) de otros proyectos o incluso de otras plantas. A menudo los RFQ son reciclados de plantas en el extranjero y utilizados para cotizar proyectos en México. No es extraño que llegue una solicitud de cotización que simplemente indica “Quiero algo como eso” acompañado de una foto de catálogo o un video de una planta en el extranjero.

Lo anterior implica que solo en el proceso de cotización se debe invertir varias horas en hacer ingeniería. Además se exige que sea presentada la idea completa, sin respaldo alguno de que ésta no será robada. Ni que decir del tiempo que se da para cotizar.

Dependiendo del sector, es frecuente que quien invirtió más tiempo en cotizar e hizo una parte de la ingeniería se quede sin nada. La empresa busca a otro integrador, le entrega el trabajo del integrador previo y le dice “quiero esto”. Y así como si nada, sin quitar nombres o logos, la propiedad intelectual no es respetada.

 

¿Cómo afecta esto a la industria?

En primera, la calidad de vida de quienes hacen la ingeniería se ve mermada, dado que se les exigen cosas que no son remuneradas. Dónde tienen nula capacidad de decisión. Internamente las empresas que hacen integraciones pueden dejar pasar estos casos de robo de propiedad intelectual o simplemente culpar a ingeniería por no haber podido cerrar la venta. El trasladar responsabilidades y llamarla culpa, es más frecuente de lo que imaginamos.

En un panorama general, el sector se llena de desconfianza, nadie quiere decir sus ideas. Nadie quiere invertir, buscar más opciones. Nadie quiere mover dinero. Entonces , los vendedores terminan ofreciendo cosas que desconocen si son realizables o no y en tiempos que probablemente salgan del presupuesto. Si funciona, todos están contentos menos los trabajadores quienes estuvieron bajo una cantidad de estrés considerable. Si sale mal, se cierra el círculo vicioso y de nueva cuenta el balón de la culpa empieza a rodar entre proveedor, cliente y trabajadores.

Es cierto que, lo anterior no ocurre siempre, o al menos no en todos los casos. Pero, sí podemos afirmar que es lo común en la industria mexicana.

 

Entonces, ¿Cómo hacemos el trabajo sin afectar nuestra calidad de vida?

Lo primero y más importante es aprender a poner límites. Como trabajador, como empresa, como cliente, como integrador. Como persona. Es frecuente que poner límites sea relacionado con rebeldía, con no querer cooperar. Sin embargo, establecer límites es poner las reglas claras y actuar en consecuencia. Así, si te piden que “apoyes” un fin de semana tu superior debe saber que si te pagan extra probablemente lo hagas, pero si ya tienes un compromiso no lo harás. Y él debe respetar tu decisión.

Ante una situación conflictiva, pregúntate: ¿Puedo hacer algo para resolverlo? Si la respuesta es NO, entonces no te involucres. Si por el contrario hay algo que puedas hacer, entonces empieza señalando la solución y no los errores o los puntos negativos de la situación.

 

La escala de valores

La calidad de vida está relacionada con tu escala de valores. Si ésta entra en conflicto con alguna actividad en tu trabajo, es casi seguro que te sentirás estresado e incómodo. Ahora, esto no implica que todos piensen igual, simplemente que tus prioridades son distintas.

Un ejemplo, tal vez tú eres empático con los animales y por tanto no puedes evitar intervenir cuando alguien los maltrata; pero le pegas a tus hijos. Y resulta que para tu compañero de trabajo, los animales no merecen respeto pero a los niños no se les pega.

 

En este ejemplo, más allá de si es o no correcta cada perspectiva, hay que entender que las prioridades de cada persona son distintas. Ninguna persona va a hacer que cambies tu escala de valores, sin embargo los límites ayudan a una sana convivencia. En el ejemplo anterior un límite sería que en el horario laboral no se habla de mascotas o de niños. Cabe aclarar que debe ser consensuado y de ninguna manera representa conflicto alguno.

 

¿Cómo se aplica?

Extrapolando lo anterior, una empresa puede poner sus límites con proveedores, clientes y trabajadores. Recordemos que debe ser mutuo. De manera que, si una empresa expresa sus condiciones y su modo de trabajar. Entonces la contraparte debe analizar si es factible o no hacerlo bajo esos términos. Tal vez se pueda obtener un punto medio. O no.

Un integrador puede decidir no cotizar un proyecto si le dan información realizada por otra empresa. Un trabajador puede establecer que no va a atender “urgencias”. En ningún caso debe existir conflicto dado que al establecer un límite hay una consecuencia si el límite se rompe. Hay que definirla y asumirla. De esta manera se puede evitar afectar la calidad de vida de los involucrados

 

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